Ojala estas palabras fueran vanas, torpes, desacreditadas y falaces. Ojala los acontecimientos no fueran más que una pantomima ejercida por quienes ostentan el poder al uso, como esos animales que escenifican su valía y estatus aparentando poses y muecas frente a sus iguales. Ojala no fragüen, no se asienten, no enraícen los aires ventisqueros que el Lejano Oriente los USA y sus acólitos se aprontan a levantar. Necesitan una guerra y todo parece cocinado. Precisan más control del planeta y esa herramienta, tan habitual en sus manos, parece engrasada para empezar a trabajar. Una herramienta nerviosa, que como todas, en manos de quien no se gobierna, es un artefacto atontado que estupidiza y por ello se torna más que peligroso. Si no es allí, será un poco más acá, pero tienen ganas, tienen avidez en sus gestos diplomáticos, tienen coartadas que justificarse, ante quienes poco les importan (nunca hay que perder la buena imagen, la sonrisa del héroe).
Ojala todo este sonido que como una ola se masca en la lejanía, no alcance los decibelios suficientes para violentar ni una sola vida, ni un solo entorno, ni todo el futuro. Que caminemos hacia la paz diseminándola, por desacreditada e innecesaria que sea para quienes nos dirigen.
DG
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