Ya son unos cuantos años los que llevo dando la matraca con el funeral que se le está cociendo a la asignatura en Educación Secundaria y más allá. Se reducen las horas, se retiran recursos, se la preparan cortafuegos para ir arrinconándola y así dejarla extinta, exhausta, moribunda.
¿Por qué tanto la temen? ¿Qué ven en ella los políticos y en sus vecinas afines?
La Plástica, por si no se sabe, ayuda en el pleno desarrollo del ser que se está formando y también a aquel que parece ya estarlo. Trabaja las emociones y la comunicación; con el trabajo manual aporta destrezas y habilidades; ejercita la expresividad y la creatividad, la visión espacial, la imaginación, la espontaneidad y ayuda a sentirse útil y capaz de hacer cosas que no se imaginan de antemano; enseña valores estéticos, culturales, sociales e incluso espirituales; precisa de esfuerzo y constancia; predispone a la persona hacia actitudes activas, reflexivas y creadoras; adiestra en hacer uso de la libertad...
Esta lista de razones podría crecer con palabras y palabras, pero quizá la última que la compone sea la clave de su exterminio. Facilita a sus practicantes una cierta capacidad de pensamiento que hace imprevisibles las reacciones, los actos, las respuestas de aquellos que se se ven capaces de regirse por criterios propios... y eso asusta, eso es intolerable para el sistema dictatorial capitalista en el que nos movemos rodeados de mentiras, estulticia y mucha pantomima de ruido, imagen y sonido.
Así que lo mejor es matar, adormecer la educación (en general) y las asignaturas que enseñan a sentir, a pensar y a expresar, como el arte, la música, la danza, etc, etc, etc.
Y en la universidad las cosas no son mejores. De estudios superiores, más bien nada. Cada vez se forma menos al profesorado, al profesional. Una vez haya acumulado su saco de créditos, habrá de ponerse delante de unos alumnos a los que por falta de formación, le irán restando horas de asignaturas creativas para acrecentar aquellas que forman en el acatamiento de las normas sin pensamiento, en la sumisión, en la obediencia parasitaria apropiada para la realidad de los tiempos que corren.
Pero ¿Cómo son las cosas en las aulas? ¿Cuál es el grado de descontento y de falta de motivación del alumnado? ¿Cómo es el del profesorado? ¿A cuántos alumnos se está desatendiendo por catalogarse de "casos perdidos"? ¿Cuántos de esos funcionan, se convierten en otros seres (para sorpresa de escépticos) cuando tienen en sus manos herramientas creativas que les hacen sentirse capaces y útiles?
Pero no interesa. No interesa dar recursos a esa gente (más bien a nadie) que les sirvan para hacerse dueños de su vida, de sus decisiones, de sus actos, para que puedan enfrentarse a los retos del futuro con creatividad y miras abiertas. Cuanto más se les estupidice, más controlables serán, porque no cabrá en ellos ni un ápice de pensamiento, ni reflexión, ni de ganas de pringarse cosas de ese calado.
En países más "listos" que el nuestro, el arte y la formación plástica son una parte insustituible e incuestionable del sistema educativo, porque entre otras cosas, saben que sirven para crear y preparar el futuro productivo de la nación. Aquí como nos instalamos hace tiempo en ese "estar a por uvas" que viene a ser lo mismo que "estar a por cervecitas", "tonto el último", "viva el chapuceo", "somos campeones del mundo, oé, oé, oé", etc. así nos luce el momento, así.
David Gamella
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