Fallece un sindicalista que empezó a serlo con 12 años; grandiosa lucidez. Tras de sí toda una existencia de lucha por los derechos de los que sustentan, a base de jornadas ininterrumpidas e ineludibles, a los que mandan en la cúspide del mundo. Hasta los últimos días de lucidez ha sido la enseña de lo que quiso ser y mantuvo su coherencia afilada como el primer día.
Si pueden, que vayan aprendiendo los que vegetan en las bancadas de nuestra clase política (y a cuyas manos estamos condenados). Aunque por algo Karl Deustch definió el Poder como "la habilidad de permitirse no aprender".
DG
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