viernes, 10 de diciembre de 2010

PRIVILEGIOS, una particular mirada de los der(h)echos.

Quizá sea la palabra más esgrimida en los últimos días. Arrojada a los oídos como una piedra, ha sido jarreada por los medios de centrifugación masiva como si apenas costara nada. Pero cuanto más suena, sus chirridos más me inquietan, me dicen que algo no encaja.

En toda la escenificación liberalista de los últimos días, forzado sainete que nos obligaban a interpretar, parecía ser la única consigna válida de los poderes (con exclusividad de privilegios), cuya estrategia se funda en pecaminar al que posea alguna traza de los mismos, a las resucitada voz de: ¡Herejes! ¡Esquiroles! ¡Insolidarios con todos los parados que hemos provocado!

¡Cómo van para atrás los tiempos! Parecía que ciertos aromas habían ya perecido.

Si hay que llamar algo a los "descontrolados" más bien, creo yo, habría que decirles ¡TORPES! por haber entrado al engaño que astutamente les habían servido. Desquiciados como estaban, no dudaron en tomar las bombas recién horneadas que les habían sido activadas por real decreto. Del resultado de las explosiones ya han dado buena cuenta, con filtro amarillo, las cadenas del Ente Supremo, diseñando su discurso con una miope mira telescópica oxidada. Los hechos han sido hechos y la ley ya tiene desbrozadas las espaldas sobre las que caerá inevitablemente su badana ¿Qué más razones cabrían? Desde luego que hemos presenciado una astuta manera de lograr el consenso, el pensamiento único en la postura de la masa que sólo puede hablar desde su sufrimiento y la necesidad de venganza. No cabe mayor fuerza, no cabe más determinismo.

Perspicaces los señores del talante. Acojonante este plan para cambiar los tiempos. Aunque no puede por menos que verse algo su patita por debajo de la puerta. Burda como es la avaricia de los partidos abrazados a la demagogia y a la arrogancia que el poder facilita, no eluden elevar gloriosos sus actos que cantan a la pequeñez intelectual y a la torpeza de las moralinas: "Nosotros, los salvaguardas del sistema, no escatimamos posibles, ni opciones, ni guerras para devolver al César lo que siempre debe ser del César". Y no se puede tener menos alegría, si es la masa quien te refrenda.

Pero ¿Qué hubiera resultado del partido si el árbitro nos hubiera puesto a jugar con los ojos cegados? Es decir, ¿Y si de tanto tensar la cuerda, hubieran colisionado un par de aviones? Más razones tendríamos ahora para demonizarles ¿no? Jodido juego, apuesta jodida.

Cuando nos miramos tanto al ombligo, vicio occidentalista por antonomasia, sucede que se nos escapa el resto del campo y con él la vida. Más allá de nuestras pelusillas, podemos llegar a advertir, no sin cierto sonrojo, que el "derecho a unas merecidas vacaciones", que los "derechos a volar", que los “derechos a controlar” se hacen nada si los comparamos con la acinada estancia de las personas quemadas en la cárcel de Chile, 84 de las cuales fueron displicentemente aniquiladas por las circunstancias. Esas imágenes u otras, que bien sabemos mantener a prudencial distancia, enfriadas prudencialmente por la planitud de las pantallas para que duelan lo justito (ya las hemos logrado tener de alta definición para que veamos mejor esa nada), daban muestra hiriente de lo que sí es la ausencia total de derechos y de privilegios.

DG

1 comentario:

  1. Es verdad que nos concitaron a la mayoria para demonizar a los controladores cuando en manos del Gobierno estaba velar por que no sucediera lo que, a buen seguro, debería suceder. Y estando Blanco de por medio, miedo da.

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