Con la misma trascendencia del aire que sale por mi campana extractora, exhalando ahora los vapores gozosos de un cocido, los rostros públicos de los gobiernos mundiales que más trinan, vuelven a tomarse unas solaces vacaciones haciéndonos ver como que hacen. Esta vez el fiestorro ha sido en Corea del Sur dada su buena oferta de hoteles, menús y excursiones. Entre medias, ya se sabe, tinglado de escoltas, traductores, secretarios, jaleo de carpetas, micrófonos y cámaras a costa del ignorado contribuyente, al que se le devuelven unas manos de barniz en la mirada, con edulcoradas imágenes de seriedad y trabajo, de eficiente tecnocracia insoslayable. Baile de poses, discursos y risas. ¿Por qué todos ríen tanto? ¿Alguien les chiva chistes de Chiquito por el pinganillo? Sería mejor creer esto que pensar que se deshuesan de los parias del planeta, cuyas filas no cesan de engordar (lo único que engrosa), cuestión por cierto, que poco o nada les quita el sueño (ni las lerdas sonrisas).
En esta ocasión el tema han sido las divisas, es decir, los esfuerzos se centraron en seguir manteniendo como está la apariencia del pastel de los que más tienen, aunque sus bocados envenenen. China manda haciendo como que no se entera, pero demostrando que puede devorar cual rollito a cualquier economía del mundo. Vamos, que la moda que nos dejan se resume a un pañuelo obrero de cuatro nudos en la testa, cuyos complementos serán un pico y una pala de marca "bellota" con los que tocar un largo concierto.
Por lo demás como vengo diciendo, nada. Buen vino, buenas viandas, camas recién estiradas y luego cada uno a sus gobernaciones.
El sol sigue saliendo, del grifo de los afortunados emana agua caliente, las neveras de los mismos se renuevan, lucen brillantes los escaparates con mentiras y falsas promesas para taparnos la boca... Mientras, el mundo renqueante sigue anonadado esperando ante tan hiriente desinterés las ineludibles reformas estructurales que resuelvan la ecuación del futuro: Desigualdad económica, países subdesarrollados, energías limpias, dependencia del petroleo, futuro del agua, conservación del clima y los ecosistemas. Las variables podríamos ser infinitas, pero cuadrar sólo esas seis, ya conllevará sudores.
Y por lo demás nada, otra oportunidad de nadas gastada y el camino que nos sigue llevando dulcemente al suicidio de la especie, total ná.
DG
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