miércoles, 24 de marzo de 2010

Universit-arios

¿Qué suerte de ser involucionado patea por los pupitres universitarios? Hasta no hace mucho, la universidad, a la que por otra parte se le pueden sacar muchos granos, era el espacio donde se alentaba el pensamiento, la dedicación intelectual, el estudio especializado; el lugar al que mucha gente ha acudido en busca de un conocimiento que echarse a la boca, entre otras cosas para evolucionar, para crecer en la propia condición humana. Pero estas frases ya parecen resonar a una retórica antediluviana, a la luz de los ejemplos que con más asiduidad afloran. Parece una moda instalada en todo el territorio "egpañol" esa de vociferar como hooligans contra cualquier representante institucional que no agrade, sea del pelaje que sea.
El último espisodio lo ha sufrido el rector de la U. Complutense. Si los actos, ideas o propuestas de este señor tienen o no razón, lo desconozco, pero si fuera necesaria su reprobación, el camino tomado por esos asilvetrados universitarios, desacredita de pleno sus reivindicaciones, pues desprovistas de la dignidad que da la palabra y la crítica elaborada, sólo pueden ser vistas como propias de seres animalizados. No hay mejor arma que una palabra argumentada para rebatir cualquier planteamiento ajeno.

¿No estaré esperando melones de un alcornoque?.
Me iré más atrás
. La tapadera de la ESO esconde estos petardos de mecha retardada que ya van siendo vox populi. Las consecuencias del pinta y colorea, del subraya y suma dos y dos. Los frutos de tener ha gente disruptiva en aulas que han imposibilitado el trabajo docente y la formación de quién sí estaba motivado (porque todo se pega menos la hermosura), durante años. Y como es insostenible suspender a todos los que realmente lo merecerían, pues no hay Centro que se atreva, ni profesor que se lo consientan, la bola va pasando de curso con la mirada puesta en otro lado, hasta llamar a las puertas que se suponen superiores.
Cuando la universidad se convierte en un negocio, acoge todo lo que llega por inercia del sistema (ya sabemos que la democracia es el menos malo de los mismos) y como los nuevos productos tienen las condiciones que tienen, no se ve en otra esta longeva institución que bajar las exigencias, por no decir los pantalones. Así rebajan los niveles académicos, se aprueban actitudes infantiloides antes inviables, se pasa de las faltas ortográficas, bueno, esto sería para una tesis.
Estábamos (no se que me hace recordar a los de la camisa kaki) en los del empujón, el escupitajo, la intimidación y el improperio. ¿Qué hacen estos para denunciar los disloques a los que nos empuja la nueva Bolonia? ¿Los conocen? De los Pirineos para arriba, los estudiantes, que parecen más preocupados por su futuro y la calidad de la enseñanza sacan los colores a los políticos, poniéndoles un NO sobre la mesa. De los Pirineos para abajo... ¡Anda chata, dale al play!

David Gamella

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