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viernes, 22 de marzo de 2013

El campo de Concentración. JAVIER GALLEGO "crudo"

Aparente paradoja de nuestros días: el sistema es antisistema. Quienes representan al sistema son quienes más lo atacan. Es solo una apariencia. No están socavando el sistema, solo lo están agrandando. Mientras achican nuestro espacio vital hasta las dimensiones de un zulo, amplían los límites de su poder hasta hacerlos tan borrosos como el horizonte. No están demoliendo el sistema, al contrario, lo están haciendo más alto, más inexpugnable. Y lo están levantando sobre los escombros de nuestras vidas.
Ejemplos prácticos. El partido gobernante se ha negado a darle las cuentas del partido de los últimos 15 años que le han pedido dos jueces, Ruz y Bermúdez. Argumentan que no tienen obligación legal de guardar más que las cuentas de los últimos cinco años. No se sienten obligados a nada, ni a responder a la Justicia ni, mucho menos, a la ciudadanía. El sistema empuja los muros de la ley para que la ilegalidad no sea delito. Menos mal que hay jueces y abogados del otro lado aguantando la pared para que no se nos caiga definitivamente encima.
Por eso el Gobierno y sus amigos los bancos tratan a toda costa de saltarse ese muro. Por eso han propuesto para la estafa de las preferentes un arbitraje sin pasar por los tribunales como mejor solución. Lo es para ellos. Se evitan las tasas judiciales en juicios que tienen perdidos en su mayoría. Se saltan a los jueces cada día más concienciados contra abusos bancarios que también ha condenado el Tribunal de la Unión Europea. Si no puedo saltarme la ley, invento una legalidad paralela. El sistema ampliando nuevamente su parcela.
Eso es para ellos el sistema: su parcela. Y nosotros la hortaliza que está por los suelos y es arrancada de cuajo para llenar sus platos. Ocurre cada día, cada hora, ahora mismo en Chipre. En Andalucía, los señoritos socialistas se repartían la parcela de los parados. En Cataluña, también. El sistema invade todas las parcelas y expulsa al ciudadano. El sistema es cada vez más sistema y no deja hueco a la democracia.
Como dice Ramoneda la democracia se muere, la están matando, y vamos hacia un “autoritarismo posdemocrático” (y pre democrático, si me permite el maestro) que campa a sus anchas gracias a la indiferencia que ha dejado que el campo se extienda. Cuando cierras lo ojos, no desaparece, eres tú el que desaparece.
Paradoja real. Cuanto más se extiende el campo, más se concentra nuestro espacio vital. Es el nuevo campo de concentración. Paradójico campo de concentración sin vallas. Como ustedes saben, se llama Mercado.
Archivado en: Carne Cruda 2.0

martes, 5 de marzo de 2013

‘EL FUTURO ES UN PAÍS EXTRAÑO’ Josep Fontana

Josep Fontana: «El sistema está preparado para evitar el estallido social»
Más desigualdad, menos derechos y más represión para que nadie lo cuestione. Este es el ‘extraño’ futuro que el maestro Josep Fontana augura a no ser que los movimientos de contestación social lleguen a poner el miedo en el cuerpo al sistema.
ERNEST ALÓS
Josep Fontana, en el estudio de su casa, en Barcelona. (JORDI PERDIGÓ)
De la desigualdad a las crisis, de las crisis a la privatización de los servicios públicos, de la pérdida de derechos ciudadanos a la represión para mantener este nuevo estado de las cosas. Un proceso que empezó en los años 70, que Josep Fontana apuntaba en las conclusiones de su monumental Por el bien del imperio (2011) pero al que ahora dedica un breve y amargo volumen, El futuro es un país extraño. Una reflexión sobre la crisis social de principios del siglo XXI (Ed. Pasado & Presente).

–La tesis ya estaba en su anterior libro. ¿El nuevo es una actualización, un epílogo, un resumen?

–Lo que ha pasado es más bien lo siguiente: cuando acabé aquel libro la crisis siguió avanzando y tuve más claras algunas cosas. Que hay una inflexión muy importante, que posiblemente había intuido pero de la que no había acabado de ver la trascendencia. Acabé aquel libro cuando la crisis teóricamente aún parecía una crisis. Pero es un proceso de mucho más alcance, iniciado en los años 70 y que aquí ha tomado fuerza después del 2008, y por el que se ha aprovechado el tinglado de la recesión para ir a un proceso de destrucción del Estado del bienestar; no solo los costes de la sanidad pública, la educación pública o el sistema de pensiones, sino un cambio en las reglas del juego que vino claramente mostrado con la reforma laboral. La naturaleza de este proceso es de una gravedad y una profundidad que nadie preveía. La esperanza de que pudiese haber algún tipo de cambio de trayectoria no era una esperanza que hubiese desaparecido. En estos momentos, la profundidad del desastre y la evidencia de que se trata de un cambio de larguísima duración, que puede continuar y tener unas consecuencias catastróficas, es una evidencia muy clara.

–Un proceso que empezó en Estados Unidos pero que acaba llegando a Europa, sostiene.
–Quería explicar los procesos por los que esto ha ido avanzando, la ocupación de la política por los intereses económicos, que es cada vez más visible. Solo hace falta ver cuál ha sido la reacción de los estados europeos ante la crisis bancaria. Excepto en Islandia, se ha optado por preservar todo lo posible el sistema. Está claro que aquí no había ningún problema de deuda pública hasta que no han asumido la deuda bancaria. El siguiente paso es la privatización del Estado mismo, el proceso de vender a los ciudadanos, y el establecimiento de un sistema represivo eficaz. Debemos darnos cuenta de que esta no es una situación temporal de la que se saldrá. A lo mejor habrá ciertos elementos de crisis que se paren, aunque de momento los síntomas, por ejemplo en Inglaterra, no son estos. Pero incluso si saliéramos de la crisis, el mundo en el que usted vivirá no será el mundo en el que habrá vivido antes de ella, sino que habrá cambiado profundamente.

–Empieza diciendo que en ningún lugar está escrito que las cosas tengan que ir mejor. Pero acaba citando a dos autores que mantienen que la única oportunidad es que el sistema no resista que las cosas vayan aún peor.
–Para mí, la reflexión como historiador va más lejos. Fuimos educados en la idea de que la historia era una narración de progreso continuado, pero comienzas a ver que esta historia no era verdad, que hay progresos y descensos y que todo está vinculado básicamente a la capacidad de lucha que hay en cada momento determinado para exigir unos derechos sociales. Que las cosas vayan a peor no es imposible. La única cosa que podría dinamitar esto es que se llegara a un momento en el que se tuviera miedo a que un estallido social profundo pudiera poner en peligro las reglas del juego, como en los años 70 y 80 desempeñó el papel de la amenaza de la URSS a la hora de hacer posible la subversión del sistema. Lo que pasa es que este está bien preparado para evitarlo. Tiene unos recursos crecientes de información y capacidad para atacar y desmontar el tipo de protesta que se puede producir.

–¿Y ese miedo no existe ya hoy?
–Se ha acabado una época, la de la vieja política más o menos socialdemócrata, en la que las cosas se negociaban. Es difícil darse cuenta de hasta qué punto durante 200 años ha habido efectivamente unos miedos que han justificado que quienes tenían los recursos en sus manos se aviniesen a negociar. Eran unos miedos irracionales. Pero eran miedos. Ahora, la exigencia a la gente para que se baje los sueldos se está convirtiendo en una cosa sistemática. Se ha acabado negociar. Han decido que las cosas tienen que cambiar y que vamos a un proceso de crecimiento de la desigualdad.

–¿Y los movimientos de protesta?
–Pero no hay alternativas. Que salgan en manifestación chiquillos no importa a nadie. Mientras vayan a la Puerta del Sol o la plaza de Catalunya y sus padres voten al PP o a CiU, no hay nada que hacer. ¿De dónde tendría que venir este estallido social? El movimiento que parecía que iba a ser el futuro, el de Occupy y los indignados, sigue funcionando pero está completamente controlado, en el sentido de que está disgregado. Se están haciendo cosas pequeñas, aisladas, frente a unos medios para controlarlas que son cada vez más eficaces. Y eso que en Europa tienen mucho que aprender de EEUU, seguramente porque tienen pocas amenazas de las que preocuparse. Los movimientos de protesta y de queja son aún de naturaleza muy puntual. Representan solo intereses sectoriales y no consiguen movilizar nada en una gran escala. Movilizarse contra las hipotecas para conseguir la dación en pago es poner una cataplasma. Pueden dormir tranquilos por este lado, y evidentemente duermen tranquilos. Aunque de momento, desde el Ministerio de Justicia se empieza, por un lado, a penalizar la protesta de manera que te pueden llevar a la cárcel por cualquier cosa, y por el otro a dificultar los medios de acceso a cualquier tipo de reclamación.

–En su último artículo en EL PERIÓDICO decía que los sobres a los políticos eran la calderilla.
–Lo importante es qué han dado las empresas para lograr contratos y concesiones. Las contrapartidas. El problema es una política comprada por los intereses económicos dominantes y contra la cual nuestra capacidad de reacción es nula, a excepción de la posibilidad de arrancarle alguna concesión mordiendo por aquí o por allá. Se ha pasado del juego de condicionar la política a privatizar el Estado mismo, a convertir esto en un sistema en que serás, fundamentalmente, un individuo que paga por cualquier servicio que necesites.

–¿Entonces podremos hablar de ciudadanía o de servidumbre?
–Sí, en un sentido prácticamente medieval. Examinar lo que sucede en EEUU es bueno porque ves que son reglas de funcionamiento que tardarán un poco más en llegar, porque el colchón de la protección social es más grande, pero que llegarán. En EEUU les dicen que el nivel de educación es fundamental para lograr un puesto de trabajo bien remunerado, que la educación es cara y que es necesario que pidan préstamos. Y el drama que en EEUU significa la deuda que los estudiantes no pueden devolver es parecido al de aquí con los desahucios. Este es el grado de perversión de las reglas sociales, mientras el sistema tiene una capacidad increíble para seguir engañando y distrayendo a la gente. El retorno a un sistema feudal es gravísimo. Por eso hablo de crisis social, no económica. Démonos cuenta de que la historia ha dado un giro global, importante, que lleva hacia donde lleva, y que es necesaria una toma de conciencia.

–El debate de la independencia, al lado de todo de lo que hemos estado hablando...
–Evidentemente representa una explosión de malestar e indignación que buena parte de la gente canaliza contra un mal gobierno, y como el Gobierno es de Madrid, piensa: «Separémonos, que no iremos tan mal». Es el más grande reconocimiento a ese malestar y a que la gente tiene el derecho a decidir. Lo que es penoso e inmoral es que haya políticos que para conseguir sus fines engañen a la gente cuando realmente saben que este camino es inviable y no lo pueden seguir. Suponga usted que, efectivamente, hacemos un referendo y que da mayoría. Entonces, ¿qué hacemos? En un coloquio me contestaron «vayamos a Europa». Sí, donde hay una ventanilla que dice «demandas de creación de nuevos estados», y les llevamos el resultado del referendo... Normalmente ninguna independencia se consigue sin una guerra de la independencia. La separación de Chequia y Eslovaquia fue un hecho anormal que no tiene nada que ver. Las independencias de Yugoslavia se consiguieron con mucha sangre y con apoyo militar extranjero. Pensar que hay un plan viable y realizable que pasa por la celebración de un referendo y posteriormente negociar una separación, hoy día, es una fantasía chinesca. 


Fuente: http://epreader.elperiodico.com/APPS_GetSharedNews.aspx?pro_id=00000000-0000-0000-0000-000000000001&fecha=03%2F03%2F2013&idioma=0&doc_id=e623e015-86a3-4263-9b72-c577f6c5fab2&index=no

viernes, 8 de febrero de 2013

Lodazales políticos que no cesan

Vivimos inmersos en un sistema democrático representativo. 
Esto no quiere decir otra cosa que acordamos, papeleta en mano, que lo comunitario sea gestionado por un equipo de representantes cualificados. 
Esto implica dejar en sus manos la gestión de unos fondos públicos destinados a organizar y sustentar los servicios, también públicos, creados para la atención de los ciudadanos. 
De los votados por la mayoría se espera entre otras cuestiones, responsabilidad, honorabilidad, ética y profesionalidad, puesto que si son los encargados (supuestamente) competentes, podremos delegar y ocuparnos de nuestra vida, de nuestros planes (que no debían distanciarse mucho de los comunitarios).

Pero este panorama idílico ya se pervierte cuando acercándose las elecciones, quienes se ofrecen como servidores públicos salen de sus despachos a pisar la calle. Canta a distancia las maneras impostadas para aparentar "llanismo". Debe ser tan grande el schok por los olores de la gente, la ausencia de ciertas marcas, la presencia de los cuerpos trabajados, que eso serviría para explicar la verborrea, las risas, los abrazos tan desmesurados. Se jactan de ser servidores de la ciudadanía con vocación por el bien común, servidores a ultranza de lo público y destinados a velar por los intereses de todos. Siempre me pregunto a estas alturas de la película, ¿cómo puede haber gente todavía acudiendo a los mítines, moviendo la banderita y dejándose la piel de las manos con sus embravecidos aplausos? 
Tanto las sonrisas, como los saludos, tanto las palabras como las intenciones son de cartón fallero, es decir, nada resistentes al fuego.

Tras las fogatas electorales, los champanes y los "botes del presidente", sorprende que APROPIARSE del cargo vaya aparejado a una consensuada y NECESARIA subida de los honorarios de la plana mayor, así como la inmediata RECOLOCACIÓN de amigos, amiguetes, familiares y allegados; ya sabemos las bondades de trabajar en un entorno favorable, acogedor o incluso doméstico. De aquellas babas del marketing electoral, estas prebendas.
Nuestra democracia ha decidido ser tolerante con estas prácticas iniciales, aunque no se porqué. Las ha entendido como un inofensivo mal menor que apenas interfería en el desarrollo de la marcha de las cosas comunes y que al menos daba pie para animar la barra de los bares (sesión de psicoanálisis comunitario preferido por una buena parte de españoles) porque de algo habrá que hablar a parte de fútbol.


Lo malo de empezar a consentir actitudes poco decentes, es que nos lleva a consentirlo todo y hacer natural la pose de mirar para otro lado. Finalmente este desvío de la mirada ha degenerado en estrabismo congénito y el trapicheo en un par añadido a nuestro código genético, porque sin duda hay que tener un par para tragar lo que tragamos.

Preferimos la dejadez a la exigencia y la observación de las normas que nos protegen a todos, porque respetarlas implica trabajo, seriedad y respeto, algo de lo que socialmente carecemos. Hemos preferido dejar hacer mientras podamos ir haciendo lo que podamos en nuestros terruños. 
Sólo así se explican los votos y revotos a manifiestos delincuentes de lo público, aunque luego recurramos a la queja, como si ese voto no nos hiciera responsables de los actos impropios de los cargos descarriados. Están ahí porque los hemos puesto y repuesto (amén de leyes electorales desniveladas para favorecer la permanencia de los de siempre).

Y con éstos mimbres cocinamos y hemos dejado cocinar un sistema colmado de ingredientes contaminados. Los pesticidas parlamentarios, aderezados con mucho cinismo razonado durante los últimos treinta años, son un sabor dominante compartido con los tribunales, los periodistas, los banqueros y los empresarios afines. El menú lejos de hacerse comestible, iguala las procelosas fangosidades del chapapote, y por más que se maquille, regala hedor allá donde se sirva.
El poder, cuando se alimenta de la nausea, se ejerce con la insultante desmesura de una mafia y la torpeza de unos cuatreros aplicados en desmontar las instituciones públicas como si fueran de su propiedad. 

En estos días observamos no sin perplejidad las irreparables consecuencias de tantos años de malversaciones amparadas por las ventajas parlamentarias. El esfuerzo que se les suponía, en vez de ser dedicado a velar por esos intereses comunes que antes refería, por mejorar la investigación, el tejido productivo, la educación, las energías alternativas, la innovación en suma en todos los sectores, se ha destinado a robar como lo hace cualquier banda de aluniceros. En el resto del mundo el estupor no es menor. 

 
Sabemos de cuentas, sobres, favores, regalos y de comisiones que aclaran el insistente afán de hacer (con fondos públicos) hospitales privados, colegios privados, aeropuertos sin aviones, olimpiadas, institutos noos, carreras de formula 1, ERES, palaus, las cajas Bes y toda la reata de pozos negros y paraísos fecales en los que les encanta habitar a esta tropa ataviados con sus trajes, sus peinetas, sus banderas de patriotas, mientras una panda de abducidos  obreros, les mantienen AD ETERNUM el voto.

Podríamos esperar que este inmoral tren de vida (con comisiones) y su ilícito y delictivo afán de lucro, tengan un alto coste judicial para esta caterva de sicarios del terrorismo financiero, pero tristemente las leyes las hacen ellos y siempre habrá un epígrafe con el que taparse sus feos. ¿No se les nota la altanería en la cara? 
Ahora están apremiando los fogones para cocinar a fuego lento y con mucho estiércol ese otro pelotazo llamado EUROVEGAS. En unos años nos tiraremos de los pocos pelos que nos queden.

DG



lunes, 4 de junio de 2012

PLAGAS y demás INFECCIONES

El cuidado de los jardines y plantaciones ha requerido de un aprendizaje renovado a lo largo de la historia, al hilo de la voracidad y consistencia de las diferentes enfermedades y plagas de los cultivos.
Los que dedicamos parte de nuestros días a los cuidados campestres, sabemos de los males que causan el descuido con las colonias de áfidos y afines que deciden parasitar los brotes nuevos de flores, frutales, hortalizas... hasta el punto de que una desatención puede provocar daños irreparables para la temporada.

Hemos sido capaces de responder con decenas de remedios naturales, fitosanitarios e incluso caseros. Soluciones inteligentes para erradicar los estropicios que estos pequeños visitantes ocasionan.

Esta simple lógica paliativa aplicada hasta por el más básico de los jardineros, apenas tiene parangón en otros ambientes de nuestra sociedad, en los que dejamos hacer e incluso morir entidades vitales para nuestra subsistencia como colectivo humano. Permitimos con dejadez que varias generaciones depredadoras colonicen, secuestren y desequen terrenos antes, sino fértiles, aptos para un desarrollo futuro eficaz y sostenible de la vida social.

La especie más dañina y enquistada es la conocida como "politicus ineptus", que aunque con un largo historial de daños filogenéticos, en las últimas temporadas parece haber sufrido una transmutación genética que la hace más dañina, ofensiva y resistente a la inteligencia y al raciocinio humanos.

Sus tentáculos de mesoparásito penetran con facilidad la superficie de las instituciones haciendo muy difícil su erradicación. Con una sonrisa mediática y la vaselina de cientos de promesas electorales evanescentes han irrumpido en la educación, la sanidad, la justicia, la investigación, la cultura, el periodismo, la economía... sitiando cualquier brizna verde susceptible de dar frutos que ellos no controlen. Cuerpo que colonizan, cuerpo que queda inútil y servil, mermado y obsoleto, inoperante y absurdo.

Al cabo del tiempo hemos aprendido a convivir con ellos, a llevarles pegados en los periódicos y en los medios audivisuales, hasta el punto de no escuchar ya el rumiar metálico de sus voracidades. Luego sí solemos quejarnos, aunque infantilmente, de los daños que provocan, pero apenas conseguimos arrancarles una risa prepotente con nuestras caceroladas y pancartas. Somos capaces de ver cómo su festín depara graves daños institucionales, pero incapaces de poner remedio constitucional y democrático. Claro que también se encargaron en su momento de atropellar y neutralizar la naturaleza de sus "bellosidades". 

Y así estamos esperando a ver si se nos pasa la inflamación, espectadores de un cuento que no cambia, pacientes en la UCI con un mal que se irradia por completo.

Buena convalecencia.
DG

lunes, 28 de mayo de 2012

Más allá del Ladrillo...no hay nada

Aquí va una manera más de acreditar la estulticia política que nos derruye como castillos de naipes.
Son cuatro partes del Programa Salvados emitido ayer día 27 de Mayo. 
Se narra cómo los planes de investigación y desarrollo son planteados, controlados y finalmente condenados a la destrucción, como no podía ser menos,  por manos políticas, cuyo interés directo es la foto y poco más. 
Si fuera de Pirineos para arriba me mondaría de la risa, haría chistes y sorna sin parar. Como aun pertenezco a estas tierras, me produce mucha tristeza. No se invierte con inteligencia, no se piensa en futuro, no se aspira al bien común, no se dan fondos para el desarrollo con la lógica que esto precisa, no se piensa, se chapucea, ya que la seriedad, el rigor y la responsabilidad son considerados elementos urticantes de primer orden.
Mientras otros países encuentran en la investigación una vía de riqueza y adelanto, aquí vivimos a golpe de pelotazo, especulación sangría y playita dominguera.
¿Cabe más desprecio hacia el conocimiento que algunos de los investigadores aparcados que hablan en el video digan que abandonan sus carreras y se dedican al taxi o la hostelería? ¿Nos podemos permitir estos lujos?
Insisto, si viviera fuera me deshuevaría de este pueblo de ignorantes, gobernado siempre por ineptos.

miércoles, 22 de febrero de 2012

La triste realidad de un votante del PP

Los terroristas financieros exponencialmente van acumulando víctimas.
Esta es la cruda realidad de mucha gente, aunque no llega a verse con total claridad. Estos casos habitualmente aparecen en los massmedia traducidos a la frialdad de los porcentajes.
La declaración desgarradora proviene del Programa ASUNTOS PROPIOS de RNE, uno de los pocos espacios de la radio pública en los que aun sostienen una visión crítica e inteligente de lo que acontece. Las palabras del hombre que llama dibujan la desesperación a la que muchas familias están abocadas. Pasar del todo a la nada en un tris es realmente demoledor e insotenible.
Para más crudeza. como otros muchos sufridos trabajadores (incautos y crédulos)  de este país, votó al partido gobernante, creyendo que miraría por sus intereses. ¿Cuándo aprenderemos que los políticos de primera división y concretamente la derecha (PPSOE) sólo atiende a las gentes pudientes, a los usuarios de las calles Serrano del país, a los intereses de los banqueros y los inversores financieros?
La opción de voto, en realidad, es lo menos importante, porque cualquiera de las dos vías (¿no es esto un pingajo de democracia?) impuestas por los medios de comunicación son igual se lacayas y sirvientas de los poderes fácticos a quienes han regalado literalmente en contenido de los Estados, con su preciado Estado Del Bienestar incluido. 
Si no tomamos conciencia de esto, si no empezamos a elaborar un pensamiento propio y crítico, y sobre todo a decir claramente NO, cada vez seremos más personas con el mismo destino .

viernes, 17 de febrero de 2012

El CRACK repetido

Hoy La2 ha emitido (en la mortecina hora de los irreales telediarios) una parte de este documental que analiza las causas y consecuencias del famoso Crack del 29. 
Muchos no vivimos de cerca aquella implacable realidad social, pero desde la perspectiva actual no es nada difícil imaginar lo que supuso aquella debacle. 
Una de las cosas más espeluznantes que pone de relieve el video es el paralelismo del hundimiento bursatil del 29 que originó la crisis con la de nuestros días. Las consecuencias poco a poco (y sin freno) empiezan también a ser iguales.
¿Cómo teniendo esta experiencia previa hemos caído en el mismo error? 
Aconsejo verlo con atención crítica (y lápiz y papel )


Mediante entrevistas a economistas e historiadores de prestigio, el director William Karel ('El mundo según Bush') examina las causas y las consecuencias de la otra gran crisis económica del mundo moderno: el crack de 1929. El punto y final de los alegres años 20 y origen de la Gran Depresión de los 30. Dos épocas históricas que el documental también compara con la situación actual...

domingo, 12 de febrero de 2012

A propósito de Dickens


Algunas personas mueren y otras solo desaparecen. El novelista Charles Dickens, por ejemplo, dejó este mundo en 1870 pero sigue estando aquí. Y no solo porque obras suyas como David Copperfield, Cuento de Navidad, Oliver Twist o Historia de dos ciudades, entre otras muchas, sean clásicos imprescindibles en cualquier biblioteca que intente ser tomada en serio, sino también porque la mayoría de sus temas característicos, como la lucha de clases, la explotación infantil o la ineficacia de la justicia, siguen de actualidad y porque sus personajes continúan entre nosotros, con nombres diferentes pero con los mismos problemas. ¿O es que no podrían estar dentro de Oliver Twist, junto a los niños callejeros que la protagonizan, esos otros niños reales que hoy son abandonados en las calles de Grecia por sus familias, con la esperanza de que alguien los alimente? ¿No nos recuerdan los convictos de La pequeña Dorrit, presos en la cárcel de Marshalsea, a orillas del río Támesis, por no poder pagar sus deudas, a los desahuciados que aquí y ahora, en la España del siglo XXI, arrojan a la miseria los bancos cuando ya no pueden pagar la hipoteca salvaje que tenían con ellos? ¿No nos hacen pensar muchos de los métodos y teorías del neoliberalismo a los del usurero Scrooge en Cuento de Navidad o a los del avaro Uriah Heep en David Copperfield? Dickens fue uno de los abanderados del realismo, junto a Balzac, Tolstói, Stendhal o Benito Pérez Galdós, y un escritor social que denuncia en sus libros las desigualdades que se producían en la Inglaterra victoriana y especialmente el modo en que se explotaba a los trabajadores para conseguir la industrialización del país. Su contemporáneo Carlos Marx dijo de él que "en sus libros se proclamaban más verdades que en todos los discursos de los políticos y los moralistas de su época juntos". Y sin ninguna duda, el autor de Grandes esperanzas es la mejor prueba de que Balzac estaba en lo cierto cuando dijo que las buenas novelas son la historia privada de los países. Hoy se cumplen 200 años de su nacimiento y nuestro mundo, por desgracia, se parece en demasiadas cosas al suyo. Para comprenderlo, no hay más que leer el principio deHistoria de dos ciudades: "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación".
En Tiempos difíciles, Dickens critica ácidamente las lamentables condiciones de vida de los obreros ingleses y la desproporcionada distancia que había entre su existencia y la de los ricos del país. Hoy, en plena crisis, con la Bolsa en números rojos, los impuestos por las nubes y los sueldos por los suelos; con los Gobiernos de Europa intentando llenar con dinero público el pozo sin fondo del sistema financiero y las cifras del paro creciendo en nuestro país hasta el borde del abismo, es muy posible que el lector se asombre al ver cómo esa novela publicada en 1854 describe la actualidad. ¿O acaso el desequilibrio entre las miserables casas de los proletarios que dibuja Dickens, frías, oscuras y casi sin muebles, y las lujosas mansiones de los capitalistas, que consideran a sus empleados simples bestias de carga, no es comparable al que hay entre los salarios de los mileuristas y los sueldos astronómicos que se ponen a sí mismos los directivos de los bancos, hoy día? La única diferencia entre aquellos privilegiados y estos es que entonces se llamaban utilitaristas y hoy se llaman neoliberales, y que unos citaban a Stuart Mill y otros a Milton Friedman, pero nada más.
Otra de las obsesiones de Dickens es la lentitud, ineptitud y en ocasiones impureza del sistema judicial, que tiene su mejor expresión en Casa desolada, donde se refleja la mezcla de incompetencia y prepotencia de una Corte de la Cancillería que a algunos les podrá hacer pensar en ciertos magistrados y causas de nuestra Audiencia Nacional y nuestro Tribunal Supremo. O en Oliver Twist, donde se puede ver la forma en que la ley es cuidadosa con los fuertes y abusiva con los débiles por el modo en que el juez Fang insulta y castiga con desproporción a su desventurado protagonista. O, una vez más, enTiempos difíciles, donde el escritor se burla de la incompetencia del sistema y de su invento más perverso, la burocracia, un laberinto sin salida simbolizado en un supuesto Departamento del Circunloquio cuya función es "hacer lo que sea necesario para que no se pueda hacer nada". En un país como España, donde solo el 27% de los ciudadanos opina que los medios que el Estado destina para garantizar la defensa jurídica son suficientes y la gran mayoría piensa que funciona mal, está anticuada y es ininteligible, los libros de Dickens siguen contando la verdad: nuestro mundo no ha sabido mantenerse a flote porque no ha sabido ser ni solidario, ni ecuánime, ni flexible, y al final se ha quedado sin respuestas.

Cuando Dickens retrata en Los papeles póstumos del club Pickwick, David Copperfiel o La pequeña Dorrit a unos seres sin escapatoria y de la familia de los pícaros españoles, el Lazarillo de Tormes, Rinconete y Cortadillo o El buscón, sabía de qué hablaba, porque él mismo había sufrido en su infancia los latigazos de la miseria, cuando su padre estuvo tres meses encerrado en la prisión de Marshalsea, por una deuda con un panadero que hoy equivaldría a 3,50 euros y que hizo que él fuese enviado a trabajar en una infernal fábrica de betún. Su batalla contra la injusticia ya anticipaba el fracaso de un sistema que se basara en la explotación, aunque sus advertencias a los poderosos fuesen voces en el desierto: "¡Oh, economistas utilitarios", escribe, "comisarios de realidades, elegantes incrédulos... si seguís llenando de pobres vuestra sociedad y no cultiváis en ellos la esperanza, cuando hayáis conseguido arrancar de sus almas todo idealismo y ellos se encuentren a solas con su vida desnuda, la realidad se convertirá en un lobo y os devorará". Se equivocó, y no hace falta más que volver una vez más los ojos hacia la Grecia de hoy, verá que los dos extremos siguen en su sitio: las televisiones hablan de niños que a media mañana se desmayan en los colegios a causa del hambre y los diarios dicen que mientras el país solicitaba un rescate de la Unión Europea, sus potentados se llevaban a Suiza más de 200.000 millones de euros. En el fondo, y como demuestran de forma brutal las colas ante las oficinas del Inem y en los comedores de beneficencia de nuestras ciudades, las novelas de Charles Dickens son una constatación de hasta qué punto el capitalismo ha fracasado en su búsqueda del famoso Estado de bienestar.En Tiempos difíciles, Dickens critica ácidamente las lamentables condiciones de vida de los obreros ingleses y la desproporcionada distancia que había entre su existencia y la de los ricos del país. Hoy, en plena crisis, con la Bolsa en números rojos, los impuestos por las nubes y los sueldos por los suelos; con los Gobiernos de Europa intentando llenar con dinero público el pozo sin fondo del sistema financiero y las cifras del paro creciendo en nuestro país hasta el borde del abismo, es muy posible que el lector se asombre al ver cómo esa novela publicada en 1854 describe la actualidad. ¿O acaso el desequilibrio entre las miserables casas de los proletarios que dibuja Dickens, frías, oscuras y casi sin muebles, y las lujosas mansiones de los capitalistas, que consideran a sus empleados simples bestias de carga, no es comparable al que hay entre los salarios de los mileuristas y los sueldos astronómicos que se ponen a sí mismos los directivos de los bancos, hoy día? La única diferencia entre aquellos privilegiados y estos es que entonces se llamaban utilitaristas y hoy se llaman neoliberales, y que unos citaban a Stuart Mill y otros a Milton Friedman, pero nada más.
En junio de 1865, Dickens viajaba en un tren que sufrió un accidente terrible cuando cruzaba un puente en obras. Los siete vagones que precedían al suyo se despeñaron por un precipicio y él pasó horas atendiendo a los heridos hasta que llegaron las ambulancias y pudo ocuparse de regresar a su asiento y recuperar el manuscrito, aún sin acabar, de su penúltima novela, Nuestro común amigo. No hay que tener una gran imaginación para ver en esa escena una metáfora de esta Europa que hoy descarrila poco a poco, primero Grecia, luego Irlanda, después Portugal... Tal vez el derrumbe se detenga a tiempo, y los que nos conducen a la catástrofe recuperen el sentido común igual que lo hizo el tacaño señor Scrooge en Un cuento de Navidad, que al ver el negro porvenir que le anunciaban los espíritus del Pasado, el Presente y el Futuro, donde podía verse una tumba con su nombre y sin ninguna flor encima, supo cambiar a tiempo y convertirse en un hombre generoso. Es una parábola que, hoy más que nunca, merece la pena no olvidar.
Benjamín Prado es escritor.

Fuente: http://elpais.com/diario/2012/02/07/opinion/1328569211_850215.html

lunes, 30 de enero de 2012

TECNOCRACIA Española


Gobierno de España, S.A.




El Ejecutivo se suma a la ola tecnócrata que recorre la UE con el fichaje de ejecutivos de los principales sectores económicos. El mundo de las finanzas copa puestos clave a las puertas de la reestructuración que exige Europa



Cuando, el pasado martes, los altos ejecutivos de las grandes empresas se reunieron solemnemente con el Gobierno del PP en el Palacio de Viana de Madrid para potenciar juntos la marca España, es posible que dedicaran un buen rato a darse recuerdos antes de ponerse a trabajar.
El presidente de Endesa, Borja Prado, por ejemplo, podía mandar saludos al ausente ministro de Economía, Luis de Guindos, que se sentó en su consejo hasta el mismo momento en que Mariano Rajoy formó gobierno. Y Matías Rodríguez Inciarte, que acudió en representación del Banco Santander, preguntar por el exjefe de la asesoría jurídica del banco, Jaime Pérez Renovales, reclutado por Soraya Saénz de Santamaría como subsecretario de Presidencia. O el máximo ejecutivo del BBVA, Francisco González, interesarse quizá por Román Escolano, su director de Relaciones Institucionales hasta hace apenas un mes, cuando fue nombrado presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO). O Florentino Pérez (ACS) indagar sobre Marta Silva, la secretaria de su primer mandato en la Junta del Real Madrid y ejecutiva de su máxima confianza, a quien el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ha designado abogada general del Estado.
La lista es larguísima: el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, podría haber preguntado a su vez por el secretario de Estado de Economía, Fernando Jiménez Latorre, que en plena guerra con ACS firmó, desde la consultora NERA, un dictamen por encargo de la eléctrica dándole la razón. Y James Muir, presidente de Seat, tuvo la oportunidad de dejar atrás rencillas del pasado e interesarse por Luis Valero, flamante secretario de Estado de Industria y pymes tras años al frente de Anfac, la patronal del automóvil.
Lobbies en el ConsejoMariano Rajoy ha situado en el Consejo de Ministros a destacados miembros del lobby financiero el propio Luis de Guindos, exdirectivo de Lehman Brothers en España y consejero del Banco Mare Nostrum, al frente de Economía, el armamentístico Pedro Morenés, consejero de hasta seis compañías del ramo en la cartera de Defensa, y el petrolero, con Miguel Arias Cañete como titular de Medio Ambiente, entre otros.
Pero ha sido con el nombramiento de los siguientes escalafones del Gobierno secretarios de Estado, subsecretarios, presidentes de organismos oficiales cuando la impronta "tecnócrata" ha quedado más apuntalada, con vinculaciones directas en prácticamente todos los grandes sectores económicos de España.
"Aquí no estamos tan acostumbrados a este fenómeno, pero en países anglosajones es lo habitual", opina José Ramón Pin, profesor de Ética Empresarial de la escuela de negocios IESE. A su juicio, se trata de una característica globalmente positiva: "En un Ejecutivo que reúne tanta experiencia en situaciones tan distintas, la capacidad de gestión aumenta", sostiene.
Este es precisamente el razonamiento del Gobierno: atraerse a los mejores profesionales para que el Ejecutivo sea más competente. De hecho, esta es una de las características que mejor describe la ola tecnócrata que recorre la UE tras la sucesión de victorias electorales de la derecha: la inclusión en el Consejo de Ministros de ejecutivos procedentes directamente de la gran empresa en general y del sector financiero en particular.
El nacionalista Artur Mas abrió en España el camino que ahora ha seguido Rajoy. Tras el triunfo en las autonómicas de 2010, Mas formó un equipo de importante componente tecnócrata, que llamó "el Gobierno de los mejores" y que incluye al frente de Sanidad a Boi Ruiz, el exjefe de la patronal sanitaria privada, que simboliza también la otra cara de la moneda: el potencial conflicto de intereses. No necesariamente desde un punto de vista personal la ley regula los casos que obligan a inhibirse o a abstenerse, como político: ¿la gestión del consejero de Sanidad, que promueve drásticos recortes y niega incluso que la salud sea un derecho, busca realmente la mejora de la sanidad pública o reforzar a sus colegas de la patronal privada?
El mismo debate es especialmente vivo en el sector financiero y en toda la UE: destacados ejecutivos de la gran banca han ido copando los puestos económicos clave en los países de la UE a medida en que aumentaba la presión para regular el sector. Hoy su huella alcanza ya 17 de los 27 ejecutivos comunitarios, pese a que todos los expertos sitúan a la gran banca de inversión en el origen del crash.
Captura del regulador
"El problema es claro y tiene un nombre académico: la captura del regulador", advierte Antoni Comín, profesor de Ciencias Sociales de la escuela de negocios Esade, quien explica el concepto así: "El servidor público que debe regular un sector es capturado por técnicos procedentes de ese mismo sector, al que lógicamente volverá, y muy bien retribuido, cuando regrese al sector privado".
"Esto es precisamente lo que ha sucedido con la crisis y nos ha llevado a la catástrofe", recalca Comín. Y concluye: "Pese a ello, el fenómeno se extendió también a la Unión Europea y ahora llega a España con gran intensidad".
La banca tiene una gran presencia en el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Empezando por el ministro de Economía, Luis de Guindos, el hombre de Lehman Brothers en España cuando el banco quebró, que luego pasó a Nomura y después al área financiera de PwC y al consejo del Banco Mare Nostrum. Pero va mucho más allá: tanto en su equipo como en el del otro polo económico del Gobierno el de Cristóbal Montoro en Hacienda abundan los ejecutivos procedentes del sector financiero.
"Todas las patas principales del sector están muy bien representadas en los puestos clave: la banca de inversión internacional, con Barclays y antiguos ejecutivos de Lehman Brothers; la gran banca nacional, con el Santander y el BBVA; las consultoras financieras [PwC y NERA, vinculada a Marsh & McLennan] y los seguros y fondos de pensiones privados, como Mutua Madrileña", subraya Alejandro Inurrieta, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles.
El fichaje de Flavia Rodríguez-Ponga para la Dirección general de Seguros y Fondos de Pensiones del Ministerio de Economía es un ejemplo de lo que en el mundo anglosajón se conoce como "puerta giratoria": fue durante 12 años alto cargo de esta misma dirección general hasta que, en 2004, tras la victoria del PSOE, se convirtió en ejecutiva de Mutua Madrileña, una de las empresas punteras del mismo sector que supervisaba desde el Ministerio. Y ahora se completa al emprender el camino de regreso, al frente de la dirección general, justo en el momento en que los fondos de pensiones privados sufren una importante crisis y su patronal reclama nuevas exenciones fiscales y la reforma urgente del sistema público para empujar a los ciudadanos hacia los fondos privados.
DesembarcoEl jueves, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, anunció que el Gobierno mejorará la fiscalidad de los planes de pensiones privados, pese a que esta misma semana la OCDE think-tank de los países ricos, referencia de la ortodoxia liberal advertía de que estas ayudas fiscales son ineficientes y sugería incluso su eliminación.
El desembarco masivo de ejecutivos procedentes del sector financiero en el Gobierno de Rajoy no se produce en un momento cualquiera: coincide con la exigencia de la UE de una restructuración a fondo de la banca, lo que se ha convertido también en una des las grandes prioridades del Ejecutivo.
Pese a que el sector está en ebullición y, por tanto, no todos los actores tienen exactamente los mismos intereses, los elogios a los primeros pasos del nuevo Ejecutivo han sido notables. El viernes, en una entrevista en The Wall Street Journal, el presidente del BBVA, Francisco González, no ocultaba su euforia: "El nuevo Gobierno está absolutamente comprometido a resolver los problemas del sistema financiero español de una vez por todas", explicaba.
OptimismoEl banquero se mostraba optimista también ante la evolución de la UE, "una vez se han ido los gobiernos que lo han hecho mal", una alusión, según el rotativo estadounidense, a Silvio Berlusconi y José Luis Rodríguez Zapatero.
De Guindos ha mantenido formalmente una actitud de dureza ante el sector financiero, instándole a emprender una restructuración rápida, una recapitalización de al menos 50.000 millones y límites salariales en los bancos receptores de dinero público. Pero más allá de las palabras, con apenas una semana en el cargo, ya tomó tres medidas simultáneas que supusieron un gran alivio para el conjunto del sector. Y también para BMN, que, según la mayoría de analistas, es uno de los candidatos a solicitar dinero público y en cuyo consejo se sentaba el ministro.
Las tres medidas se incluyeron en el decreto del 31 de diciembre que prorrogó los presupuestos: autorizó al Estado a otorgar avales al sector financiero por valor de 100.000 millones, prorrogó el plazo legal para que el suelo rústico conste en los balances como tal y no como urbanizable loque, según cálculos de Inurrieta, salvó a la banca de provisionar 30.000 millones y evitó que las cajas se vean obligadas a reconvertirse en fundaciones si pasan a controlar menos del 50% del capital del banco con el que ejercen la actividad financiera, lo que amenazaba, sobre todo, a Bankia.
"En toda el área económica puede haber sospecha de conflicto de intereses", advierte Inurrieta, quien re-curre a la ironía: "Ahora no se sabe muy bien dónde acaba el Ibex y dónde empieza el Gobierno".
El marco legalLey de 2006
José Luis Rodríguez Zapatero impulsó en su primer mandato una ley para regular los conflictos de intereses de los miembros del Gobierno y de los altos cargos.
Inhibición y abstención
La norma obliga a ministros y altos cargos "a inhibirse del conocimiento de los asuntos en cuyo despacho hubieran intervenido o que interesen a empresas o sociedades en cuya dirección, asesoramiento o administración hubieran tenido alguna parte".
También los familiares
La obligación de inhibirse o abstenerse no sólo se da ante materias relacionadas con la actividad previa del alto cargo, sino también la de "su cónyuge o persona con quien conviva en análoga relación de afectividad, o familiar dentro del segundo grado y en los dos años anteriores a su toma de posesión como cargo público".
Fuente: http://www.publico.es/espana/419230/gobierno-de-espana-s-a


Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=143814

viernes, 14 de octubre de 2011

Milagro en Milán, realidad 2011

En un canal regional de Madrid ayer se coló esta joya del cine italiano. De Sica ofrecía una hipérbole no del todo exagerada de la situación de aquella demoledora posguerra de mediados del XX. Bien sabemos que el escenario era una excusa para abordar cuestiones remotas sobre la condición del ser humano, lo que hace de la película un metraje de actualidad, si cabe, con unos excelentes recursos cinematográficos que ya no se encuentran.
Este fragmento cómico y esperpéntico, a la par que serio, irónico y demoledor (como toda la cinta), parece acontecer en estos días tan financieramente críticos, en los que las desigualdades florecen como malas hierbas reincidentes, haciendo que la línea marcada siempre entre ricos y pobres se ensanche radical y peligrosamente. El cinismo de unos y la credulidad de los otros que retrata es espeluznante pero real como la vida misma.
Ni que decir tiene que es recomendable ver el film completo.