sábado, 18 de junio de 2011

Realidad compleja

Cada día que inauguramos nos presenta formas e hitos de aspecto renovado, que reubicados o repintados, hacen de nuestro paisaje un complejo nudo de realidades y vínculos que hay que descifrar si queremos alcanzar una comprensión más sustanciosa de los acontecimientos. Las variaciones, muchas veces sobre el mismo tema, requieren un trabajo descodificador constante, como si en una especie de guerra info-comunicativa estuviéramos inmersos. Los medios de desinformación masiva fabrican fragmentos inconexos, cortes de audio, de texto y vídeo que trituran las verdades en mil pedazos de confeti difícil a veces de reconstruir. Saben que los engulliremos sin saborear ni masticar.
La cosa viene de lejos. Ya en la educación nos adiestran a digerir contenidos inconexos, trozos aislados, piezas de saberes desvinculados sin oponer reparos ni apenas salpimentarnos. Es el mejor aprendizaje que nos pueden provocar para luego fomentar motu propio la acomodada incomprensión de la existencia. Si alguna vez uno intenta traspasar la maraña de cabos sueltos que se vierten por minuto descubre la tremenda complejidad y el esfuerzo que requiere devanar la marea de datos, palabras y gestos, para poner algo de orden conceptual en la vida sobreinformada que llevamos.
Sin relación entre las partes no puede haber reflexión, conocimiento ni entendimiento posibles y para ello el tiempo es pieza clave. El matiz es simple. De ahí que los medios no desaceleren en su cascada de embelesos, sabedores de la atención estresada y catatónica que el personal  ponemos a su lubricado fast food. Sin ir más lejos, ayer el programa de ANA ROSA, en la cadena del señor Berlusconi, rezaba en uno de los titulares a pie de video sobre los agresivos, provocadores y violentos que increpaban al Principe D. Felipe a la entrada de una universidad. Las imágenes al tiempo mostraban una treintena de jóvenes pancarta en mano, que a distancia prudencial, gritaban las frases propias de cualquier republicano. El heredero les hizo un saludo y fin del asunto. ¡Uff, qué notición!
Pero como vende mejor "colocar" otros términos, concretamente el de"radicales", se deja caer la etiqueta tan de moda, añadiendo un fragmento más al muro torcido de la desinformación que tanto afán se tiene en levantar. El término queda asociado al instante en nuestro adormecido inconsciente con sinónimos como peligrosos, violentos, antisistemas y sus pertinentes soluciones, hecho punible, actuación de la ley, fuerzas del orden público... ahondando en la visión binaria y pobre de las cosas: o eres de los nuestros o de los otros, o blanco o negro, o cristiano o musulmán, o hetero u homo...
Luego los contertulios, ante la evidencia contraria de las imágenes, matizaban añadiendo otros tonos al amarillo chillón de la noticia, pero la piedra ya había sido colocada.
¿Esto es información, es periodismo ético, es veracidad?
¡Pido cada cosa!
¿Hablamos entonces de qué es violencia?
En fin.
David Gamella.

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