domingo, 16 de octubre de 2011

Aznar bala de nuevo

Aznar ha vuelto a dirigirse a los mortales desde su altivo trono de cinismo.
Con la impasibilidad propia de su bigote ha hecho chanza del movimiento 15-M y con ello a todos los que desde unas diferentes distancias con este hito social, ayer también salimos a las calles de toda España, de todo el mundo. Sus lúcidas manifestaciones pretenden calificar a los que disentimos con el curso desigual que va tomando el presente como de "extrema izquierda marginal antisistema".
Tal ingravidez verbal, propia de un estado de involución como el suyo, demuestra las carencias incurables que viene arrastrando de lejos, las cuales sólo pueden despertar lástima. No es ya lo que dice, sino la posición de superioridad desde la que se cree decirlas.
Es un dispendio tratar de rebatirle tales argumentos con alguna de las ideas ya consensuadas por filósofos, sociólogos, artistas, humanistas e intelectuales de diversa índole que ven en estas manifestaciones el germen de una conciencia nueva para este mundo avejentado y raido que conocemos; amén del sabio dictamen del ciudadano de a pie que de primera mano ha podido constatar día a día la persistencia, valentía y claridad de conciencia de quienes han sabido sacar de sus casillas a muchos políticos y tertulianos (por algo será).
El movimiento, sin precedentes en la amodorrada sociedad moderna que todos conformamos, ni es extremo (aun no ha faltado al órden), ni marginal (ni son perris ni flautas) y menos aun patrimonio de la izquierda (este concepto caducó con el fin del siglo XX).
En lo único que acierta es en lo referente al sistema. Porque efectivamente sí intentamos zafarnos y frenar la dictadura capitalista y financiera que él aplaude y defiende (a los de su especie les va bien en esa feria) porque es amoral, injusta e inocula la desigualdad y la penuria en los más débiles. Defender este sistema es abrazar el suicidio y esto no se lo vamos a regalar, aunque se esfuerce en mercantilizarnos hasta el aire.
Para rematar tan lucida intervención aseguró que "su representatividad no es importante en la vida española". Y digo yo ¿Dónde habrá estado metido en el último medio año este ilustre amante de hacer guerras? ¿Agarrado tal vez a la botella?
Por último, la Universidad de Quito que le regala un doctorado honoris causa, queda en un honroso lugar.
DG.

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