La sociedad es una inmensa acumulación de espectáculos que operan como una inversión concreta de la vida, un movimiento autónomo de lo no vivo que invierte la realidad y el mundo. En la sociedad capitalista, el espectáculo no es un añadido (en el sentido de mostrarse como un “aparato ideológico”) sino una mercancía fundamental para el desarrollo del modo de producción. El espectáculo no solo extiende la alienación a todos los confines de la vida, también profundiza el fetichismo de la mercancía, unifica la sociedad y facilita una gestión totalitaria del Estado moderno; pero lo más importante, es que el espectáculo rapta la
experiencia misma:
“La alienación del espectador en favor del objeto contemplado (…) se expresa de este modo: cuanto más contempla menos vive; cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad, menos comprende su propia existencia y su propio deseo. La exterioridad del espectáculo en relación con el hombre activo se hace manifiesta en el hecho de que sus propios gestos dejan de ser suyos, para convertirse en los gestos de otro que los representa para él”. (Guy Debord, La Sociedad del Espectáculo, tesis 30).
Ante el rapto de la experiencia la salida es crear situaciones nuevas. EXTINTA INTERNACIONAL SITUACIONISTA
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por tu tiempo!