jueves, 17 de noviembre de 2011

¿Y qué haremos entonces?

Ejemplo claro de la condición y merma intelectual de los entes que ocupan nuestro espacio político. El desprecio que emanan sus palabras hacia el cegado auditorio que aplaude, da muestra de su amoralidad. Estos seres escleróticos y yermos son los que abren las puertas a los tecnócratas, a las formas de gobierno no consensuadas por el pueblo, son los que hacen de la función política una espesura de estulticia impenetrable. 
Llegará un día en que lamentaremos este (ab)uso indebido y desmedido de la credibilidad y el respeto humano de quienes nos representan públicamente. Su inconsciencia desprecia la posibilidad de la política ganada por las generaciones precedentes a golpe de destrucción y muerte para nosotros.


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