martes, 24 de enero de 2012

Nauseas patrias, déficit reforzado

Aunque son de Guanajato, bien sirven para ilustrar la situación pública española. Día a día vemos como personajes de esta guisa se cuelan en los medios de comunicación, en la justicia o en la economía tiñendo con su pasado dictatorial de nauseabunda muerte todo lo que tocan.
El aire se enrancia, se humedecen como tumbas las instituciones, enmohecen las libertades y fenece el pensamiento progresista. Sólo una visión, la de los vencedores; sólo una voz, la de los mismos; sólo un espacio, el que ellos acotan; sólo una luz, la que sus mentes emanan; sólo una verdad, la que construyen sus noticieros. 
La Iglesia (católica), que por cierto tiene un sueldo estatal de 13.000.000 € mensuales, sale del nicho al que le habían trasladado sus resecas doctrinas y dictamina (urbi et orbi) día sí y día también, sobre cuestiones que le son absolutamente ajenas, con un implícito deseo buenil al tiempo que inquisitorio, de hacerse juez y parte de la vida pública española como ya hizo antaño. Parece que abre las puertas al público la consultora vaticana.
Salvo escasos reductos de inexplicable valor numantino, toda la península es un nido de gaviota (la parte andaluza será reconstruida en breve). El gobierno central, los autonómicos y las corporaciones municipales aportan sus palitos al gran asentamiento derechil. ¿Es que el resto somos tontos? ¿Qué nos meten en el agua? Quizá sea que hemos decidido que para que gobierne una izquierda de derechas, mejor evitar sucedáneos. Esta situación sólo tuvo un precedente olvidado y enterrado, o eso creía yo.
En la justicia acontece más de lo mismo. Sus altos letrados desde sus altas togas deciden dilapidar todo el crédito ganado. Será cuestión de la crisis, en la que todo se devalúa y nada vale nada. Los medios internacionales, guardando una prudencial distancia a los hedores patrios, no dan crédito (siempre han sido algo más serios que nosotros) que en un país asentado en la democracia sienten en el banquillo de los acusados a un juez proderechos humanos, que defiende una causa proderechos humanos (las atrocidades de ese calado no prescriben, le duela a quien le duela y sino repasen entre otros a Hanna Arendt), para reprobarle, cual criminal, la observancia del derecho que nos debería asistir como humanidad a todos sin condición. Pero hablamos de España y aquí hay ciertas cosas que se siguen haciendo por sus santos cojones ¿No les huele a momia todo esto? 
Hay escuelas públicas que cierran por falta de suministro eléctrico (a otras las ahogan más sibilina y lentamente). Al tiempo se aumentan las retransmisiones futbolísticas y los programas "Salvadores" de la estulticia hispana (en los que la moralidad casposa y burguesa son el santo y seña). Está claro cuales son los intereses. Mientras que nuestras generaciones jóvenes (las medianamente hábiles) se ven forzadas a coger la maleta y buscar mejores opciones de futuro en países más cabales (Australia, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Alemania, etc) nosotros atraemos a los estudiantes extranjeros para darles calimocho en vena y campar cual horcos por las zonas costeras. ¿Curioso intercambio? Por otro lado las erráticas instituciones académicas universitarias fomentan variantes del botellón, no vaya a ser que las hordas de mamados y mamadas que allí abrevan, lleguen un día a despertar y les subviertan la calma bovina establecida.
Los mismos aires sepulcrales vemos que se instalan sin réplica alguna ni alteración de las conciencias, en los entresijos de la asistencia sanitaria, en la solvencia de la red de transportes públicos, en las ayudas sociales y asistenciales, en la pervivencia de las cuotas de desempleo, en sostenibilidad de la investigación científica, en la difusión universal de la cultura, en los códigos éticos del periodismo, en los derechos laborales, en los espacios de ayuda al inmigrante, etc, etc, etc.
Parecemos empujados por una inercia urgente y no solicitada de corrección formal, pulcra y lujosa, aséptica y firme, canónica y canóniga, burocrática y mortal que pretende alejarnos diametralmente del coherente sentido mismo de la vida, manifestación ésta que debe ser por tanto combatida allí donde emerja y se manifieste. 
La momietud lo va poblando todo de memocreces, bajonerías, cojoneces y rancionerismos.
Sálvese quien pueda.
DG



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