martes, 20 de marzo de 2012

Constitución inconsistente

¿De qué Constitución hablamos?

JULIO ANGUITA GONZÁLEZ


En el acto central de la Fiesta del PCE de 1996 el Secretario General expuso la posición del partido ante los temas de actualidad en un discurso cuyo contenido había sido previamente aprobado por la dirección. Al final de la intervención y tras constatar que el texto constitucional de 1978 estaba siendo sistemáticamente vaciado de contenido a causa de la política practicada por los sucesivos gobiernos, advirtió que el PCE, en consecuencia con la ruptura unilateral de los otros, se reservaba el derecho de trabajar por aquellas otras formas de Estado más concordes con nuestras ideas, sentimientos e historia. La alusión a la República fue clara.

La reacción mediática no se hizo esperar, como tampoco la del mundillo de lo políticamente correcto; también en nuestras filas hubo críticas, descalificaciones y las consabidas imputaciones de marginalismo, excentricidad e irrealidad. En aquella ocasión, como en otras tantas, el miedo escénico nos ha impedido ser lúcidamente críticos a la hora de analizar los entresijos de la Transición y nuestro papel en ella. Y es que no tiene nada de demérito, claudicación o renuncia reconocer serena y tranquilamente los errores y derivado de ello iniciar una acción política en concordancia con la nueva situación.

Años antes del citado discurso de la Fiesta el Círculo de Empresarios el Tratado de Máastricht con su Pacto de Estabilidad y Crecimiento suponía la imposición de una política neoliberal a los Estados signatarios con su tope al déficit y al endeudamiento. No es de extrañar que por aquél entonces el Círculo de Empresarios de Madrid saludara al Tratado de la Unión Europea como una auténtica reforma constitucional que nos iba a permitir realizar políticas sensatas y no como el texto constitucional vigente que en todo caso no es un buen ejemplo de política económica por los excesivos gastos sociales que supone su aplicación.

También por entonces Miguel Roca, uno de los llamados padres de la Constitución declaraba que los artículos que hablaban de la posibilidad de una economía planificada y otros concomitantes (todo el Título VII) con esta, tuvieron que ponerlos porque estaba muy reciente la revolución de los claveles (1974 y no había más remedio que satisfacer a determinada opinión pública. A continuación añadía que afortunadamente ya no había que hacer caso a aquél dislate.

En 1999 tuvo lugar la Conferencia de Washington por la que la OTAN se dotaba a sí misma de una nueva estructura y unos nuevos y mayores ámbitos de actuación. El Congreso de los Diputados, salvo IU que votó en contra, acordó la continuidad de España en esta nueva OTAN contraviniendo las tres condiciones de excepcionalidad que fueron aprobadas por el pueblo español el 12 de Marzo de 1986.

Los gobiernos de González, Aznar y Rodríguez Zapatero han desarrollado políticas que han ido dejando sin contenido a artículos y Títulos enteros de la Constitución en lo referente a política fiscal, mercado laboral, sector público, Derechos Fundamentales, funcionamiento democrático, etc. En otras ocasiones han votado conjuntamente contra aquellas propuestas de IU que no eran otra cosa que el desarrollo consecuente del texto constitucional de 1978.

La aleve reforma constitucional pactada entre Zapatero y Rajoy por la que el pago de la deuda es prioritario a cualquier otro gasto aunque este sea para pensiones, atención social, enseñanza o educación no hace sino culminar por ahora todo un proceso de involución y conculcación de la Constitución de 1978. Si mis lectores tienen paciencia y valor para aguantar el vértigo intelectual hagan una de la misma y comparen lo escrito en sus apartados con la política que se ha hecho y que se va a seguir haciendo y profundizando.

Cuando el PCE aprobó el año pasado los contenidos de su propuesta pata la III República hizo algo más que un trabajo de reivindicación del sistema político propio de nuestras señas de identidad. La III República y los contenidos que nuestro partido le atribuyen es una respuesta a la situación presente pero también es un puente con el pasado democrático de España. La apuesta republicana es una ruptura en lo económico, social, político, cultural y ético. Una respuesta de ruptura que tiene la virtualidad de responder a los intereses objetivos de la mayoría; transformarlos en subjetivos es nuestra tarea ¿Somos capaces? ¿Estamos dispuestos?

Y como final quisiera hacer una consideración con características de propuesta. No estaría de más que en la constitución de las próximas instituciones surgidas de los procesos electorales los cargos electos comunistas prometieran acatar la Constitución añadiendo a continuación aquello de por imperativo legal.



Fuente: http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=1622&sec=3&aut=1

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