Aparente paradoja de nuestros días: el
sistema es antisistema. Quienes representan al sistema son quienes más
lo atacan. Es solo una apariencia. No están socavando el sistema, solo lo están agrandando.
Mientras achican nuestro espacio vital hasta las dimensiones de un
zulo, amplían los límites de su poder hasta hacerlos tan borrosos como
el horizonte. No están demoliendo el sistema, al contrario, lo están
haciendo más alto, más inexpugnable. Y lo están levantando sobre los
escombros de nuestras vidas.
Ejemplos prácticos. El partido gobernante se ha negado a darle las
cuentas del partido de los últimos 15 años que le han pedido dos jueces,
Ruz y Bermúdez. Argumentan que no tienen obligación legal de guardar
más que las cuentas de los últimos cinco años. No se sienten obligados a nada, ni a responder a la Justicia ni, mucho menos, a la ciudadanía.
El sistema empuja los muros de la ley para que la ilegalidad no sea
delito. Menos mal que hay jueces y abogados del otro lado aguantando la
pared para que no se nos caiga definitivamente encima.
Por eso el Gobierno y sus amigos los bancos tratan a toda costa de
saltarse ese muro. Por eso han propuesto para la estafa de las
preferentes un arbitraje sin pasar por los tribunales como mejor
solución. Lo es para ellos. Se evitan las tasas judiciales en juicios
que tienen perdidos en su mayoría. Se saltan a los jueces cada día más
concienciados contra abusos bancarios que también ha condenado el
Tribunal de la Unión Europea. Si no puedo saltarme la ley, invento una legalidad paralela. El sistema ampliando nuevamente su parcela.
Eso es para ellos el sistema: su parcela. Y nosotros
la hortaliza que está por los suelos y es arrancada de cuajo para
llenar sus platos. Ocurre cada día, cada hora, ahora mismo en Chipre. En
Andalucía, los señoritos socialistas se repartían la parcela de los
parados. En Cataluña, también. El sistema invade todas las parcelas y
expulsa al ciudadano. El sistema es cada vez más sistema y no deja hueco a la democracia.
Como dice Ramoneda la democracia se muere, la están matando, y vamos
hacia un “autoritarismo posdemocrático” (y pre democrático, si me
permite el maestro) que campa a sus anchas gracias a la indiferencia que
ha dejado que el campo se extienda. Cuando cierras lo ojos, no
desaparece, eres tú el que desaparece.
Paradoja real. Cuanto más se extiende el campo, más se concentra nuestro espacio vital. Es el nuevo campo de concentración. Paradójico campo de concentración sin vallas. Como ustedes saben, se llama Mercado.
Archivado en: Carne Cruda 2.0
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