La nueva estación despunta milagrosamente por las yemas de la verdeguera, ofreciendo como orugas, unas inflorescencias fantasiosas. La acompañan los ciruelos y las mimosas. Aun no han despertado los lirios, ni los abetos, ni las hortensias. Más aun se resisten los rosales y el cedro, pero seguro que en breve volverán a dar señales de vida; comprendo su pereza. Fue un invierno duro.
David Gamella
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