jueves, 13 de mayo de 2010

Más altas torres...



Gracias a estas torres, resistentes desde comienzos del siglo X y que atraen la mirada de todo el visitante a Bologna, imagino este símil.
Las construcciones de tamaña estructura, se hacían para demostrar el poder y los posibles que ciertas familias ostentaban. Claro, que se construían con la intención de perdurar, de mantenerse al paso de los tiempos y sus vientos.
Ayer descubría tras la vorágine de las clases, una vez más y ya no puedo llevar la cuenta, la nueva reforma en la torre de ZP (ZoPenco).
En obras continuas, no ha levantado más de dos filas de ladrillos sin antes quitarlas y ponerlas al revés, como si jugara a los dados y esperara una fortuita tirada que alzara magistralmente su torre por encima de todo el orbe y la urbe. El problema de los ladrillos, es que de tanto ponerlos y quitarlos (tirarlos a ver si casan), se ensucian, se macizan, pierden adherencia... por tanto, lo que queramos construir con ellos no será nada mejor que un chamizo.
Así tras tantas remodelaciones ¿Qué voces pueden quedarles a cualquiera de sus peones con cartera, en el fondo de las paletas; qué ganas tendrán de seguir haciendo con desechos, lo que con tanto encono hubieron de apuntalar el día previo; quién les contrataría para una obrita en casa?
El saber popular, que bien sabe de lo suyo, le venía diciendo que a los de abajo, les iba llegando el agua a la barbilla y que esto había que empezar a sanearlo (aunque fuera como Usillos en Ptinto). Pero la distancia del poder hace ignorante al más lustrado y convierte en arrogante cualquiera de sus sordas e infalibles decisiones. El saber popular sabe dónde construir, cómo hacerlo según los terrenos, los materiales, los dineros y aprovecha las fuerzas, las formas, la luz, no desoye el entorno, las condiciones ambientales, el bolsillo...
Pero el que se mete a bombero con cerillas en las manos, acaba como dicen todos los papeles; y lo peor, acaba con los de todos.
Aun me rechinan aquellas palabras: "No tenemos, ni tendremos crisis" y todas las sucesivas. ¿Cabe ignorancia más supina? Claro, que con maestros malos como los sindicales (se deben estar acabando de subir los pantalones en medio de sus pantomimas) tampoco se puede esperar menos. Cuando uno te aplaude hasta el pestañeo, te puedes llegar a creer que eres Madona cantando, en el salón de tu casa.
Y aquí tenemos nuestra torre, que no es futuro ni de valla, ni te medianería, ni siquiera de tabique. Una montonera de escombros, de fotos y gestos para la galería, gastados, inútiles, perdidos. Y ahora nos dice el capataz, con el ceño fruncido y un gesto conspicuo, que ésta es la "rrrrefinitiiiiiiiva" y que seremos los del agua al cuello quienes habremos de hacer lo que no ha sido capaz de gestionar él (ya los otros capataces le quieren correr a gorrazos y echarle de la logia).
Los desconchones en las buenas torres de los banqueros, pronto se prestaron a taparlas, incluso a sustituirlas con mármoles y aceros, besándoles las manos y a saber qué otras zonas. Mientras, la torre de todos, sin barrer, sin fregar y sin levantar. Menos mal que ZP se apellida socialista (quien lo diría), porque sus sometidos socios de sociedad, osea noi, vamos a empezar a poner ladrillos en jornadas ininterrumpidas y sin seguridad social que nos refresque porque ahora sí hay crisis y nos ha crujido.
Luego quieren que les creamos y les contratemos.
Bien vendría para acabar, la célebre expresión que Fernando Fernán Gomez espetó a una pesada periodista (alucinante también lo que se harta en destacar el basurero televisivo, de toda la magnífica trayectoria de un artista).
David Gamella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por tu tiempo!